Ahora dice Roberto Brasero, el de la
tres, que estamos dentro del Otoño de verdad, el de la niebla salmantina, el del
viento peinado donostiarra y el de la lluvia generalizada, que dice Brasero que
ha llovido mansamente y sin parar, como escribió Cela, en toda España menos en
Castellón. En Murcia ha llovido en Jumilla y a lo mejor en El Aceniche de
Bullas, que allí, más metidos en el invierno, caen sus buenos nevazos. Pero lo
que es en la capital, nanay. Aquí, como auguró Delibes, estamos todavía en el
quinto mes del verano y la gente anda caliente por las
calles y las universidades, bocinando el recorte de estación, y algunas
murcianas hijas de la posguerra se abanican en los pollos de las puertas con un
paipay de la matriarca, del año catapún, agujereado y estruendoso, como una
rogativa pagana para que llueva.
Entró un frente el lunes por el noroeste de la Península y se marcha por el suroeste de la Península. Es como si al acercarse a los relieves de Albacete comenzara la borrasca a derretirse, a redimir, meteorológicamente hablando, y se generaliza que el otoño está en su esplendor mientras aparecen los vallisoletanos en la tele paseando sus chaquetas marrones de piel por el Campo Grande. Allí habrá llegado el otoño, no cabe duda. Pero aquí no, que para hoy dice Maldonado que rozaremos los 30º. Aquí andamos, ya digo, en el quinto mes del verano, cuando antes, si la cosa del calor se ponía chunga, solía decirse nueve meses de invierno y tres de infierno. El infierno se ve que va emergiendo y quedándose con nosotros. Se nota en las cárceles. Aunque en La Coruña refresque. Ahora dice Roberto Brasero que viene otro frente para el fin de semana. Puro otoño esto de borrasca tras borrasca, ventisca, neblina y llovizna, mangas de mar y la Virgen. Brasero, meteorólogo admirado, de verdad que sí, tiene razón en sus vaticinios, comunica el tiempo con pasión, y eso es meritorio hoy en día. Aunque debería pasarse por Murcia, a eso de las tres de la siesta, esperando a un interurbano con retraso en una parada sin sombra. Brasero acabaría abrasándose.
Ay, qué bueno, me encanta! Brasero, con ese énfasis parecido a la ilusión de un niño el 5 de enero… No conoce Murcia!
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