Jorge Carrión: «Las ciudades deberían proteger a sus librerías»
El escritor catalán pasó ayer por Murcia para presentar su libro Librerías, finalista Premio Anagrama de Ensayo 2013, inaugurando el ciclo de conferencias en el Aula de la CAM, que reanuda el Gremio de Editores de la Región de Murcia en colaboración con la Fundación CAM y que lleva por título Gentes del libro. El próximo lunes, 25 de noviembre, vendrá la joven poetisa Luna Miguel.
Jorge Carrión, el escritor catalán, 1976, jovenzuelo e inquieto, autor prolífico en
tareas: novelista, cronista de viajes, crítico, profesor de literatura
contemporánea en la Universidad Pompeu Fabra y de escritura creativa en
tropecientos cursos y másteres, etc., se bajó ayer del tren en la estación del
Carmen de Murcia, a la hora de empezar a oscurecer el día, con una carpeta bajo el brazo y el
resquicio de un resfriado que protegía Carrión con una chaqueta negra sobre una
camiseta informal, con letras en inglés y eso. Y lo más seguro es que Jorge
Carrión estuviera atento por si atisbaba alguna librería que le pillase de
camino mientras venía para el Café Susano, donde le esperaba yo con una mochila
desvencijada, cuatro preguntas escritas a mano, como antiguamente, y con dolor
de cabeza por fruncir tanto el ceño a ver si le veía llegar para la entrevista,
porque a uno, sobre todo por la noche, le aflora la miopía, y las gafas allá, en
su funda, por casa.
Y
mientras tanto Jorge Carrión en el camino, a ver si jipaba de lejos alguna
librería, que dice que desde que lleva presentando el libro por toda España
está conociendo librerías que le están encantando, aunque desde la estación del
Carmen hasta el Café Susano, al final de Trapería, no creo que se topase con una
Green Apple Books, la de San Francisco, que es una de las que más le gusta de
todo el mundo, y aquí pudo toparse más bien con toda esa jungla de parques que
hay en Murcia, y es que los parques a él le traen sin cuidado desde que era
niño, que prefería meterse en una vieja librería antes que estar dando saltos fútiles
en la frondosidad infantil; de modo que, como no vio ninguna librería, su
primera parada ya en Murcia, después de las tantas que hizo en el tren que le
trajo de Barcelona, fue ante mí, delante del Café Susano, que venía el escritor
catalán junto con Javier Castro, del Gremio de Editores de la Región, y los
conocí por pura intuición, a ver.
Ya
dentro del Café Susano, así en plan entrevista atávica, con el halo bohemio de
un café tenue, tintineo de copas, musiquilla de fondo y luz crepuscular afuera,
le pedí disculpas a Jorge Carrión por tener que atenderme después de un largo
viaje y con prisas antes de la conferencia. <<No te preocupes, es
parte del trabajo. Pero, ¿tú quién eres?>>, y yo le respondí titubeando
que del semanario comarcal El Noroeste, que tiene mucha inquietud cultural, a
ver, era una pregunta para la que jamás he preparado respuesta. Pero vamos a
Jorge Carrión, al novelista, autor de Los
muertos (2010), al que le seguirán Los
huérfanos para el próximo año y Los
turistas para el 2015; vamos al crítico de Teleshakespeare (2010); al cronista de viajes, La brújula (2006), al profesor, a todos los Jorges Carriones que
existan, porque Javier Castro, en la presentación que le hizo poco después al
escritor catalán, expresó que no se puede ser tan joven y ser tantas cosas a la
vez, y abrió el planteamiento de que Jorge Carrión son dos hermanos gemelos:
Jorge y Jordi. El que vino a Murcia y se sentó frente a mí en el Café Susano
era uno de los dos, al menos el que había escrito Librerías.
—¿Qué
crees que va a ocurrir con el libro de toda la vida cuando hoy en día parece
estar afianzándose la lectura en soportes digitales?
—Yo creo que ese conflicto va a durar
mucho tiempo y no tiene ningún sentido tratar de profetizar qué va a ocurrir. La
historia del ser humano es una historia de predicciones fallidas y pienso que hay
que centrarse en la convivencia. De todos modos, yo diría que la tendencia es a
una reafirmación del libro con valor artesanal, valorado por su calidad física
y de contenido, y a la desaparición del tipo de libro que tú puedes leer en
plataforma digital.
—¿Y
cómo debe funcionar el librero en esta época de convivencia?
—Aparte de amar su oficio y amar los
libros, cosa que no pasa siempre, tiene que ser un gestor emocionado, que
dinamice la librería, que sepa adivinar por dónde van los intereses y los
deseos de los lectores, que los sepa canalizar y, al mismo tiempo, es un gestor
cultural porque organiza actos que le dan sentido a la librería como espacio
físico más allá de un mero almacén. La librería como almacén de libros es algo ya del
pasado. Un almacén de libros es lo que tiene, por ejemplo, Amazon, que además almacena
bicicletas y monopatines. De manera que un librero tiene que darle sentido
emocional, intelectual y físico a la librería.
—¿Qué
tipo de actos pueden funcionar como incentivo en una pequeña librería?
—Librerías que sean también galerías de
arte, club cultural, taller literario, de lectura.
—¿Qué
ciudades españolas abogan por librerías de este tipo?
—La recuperación de la librería como espacio
para recitales, conferencias, etc., ocurre en toda España. En Madrid ahora es
más fuerte la vinculación del bar y la librería o la poesía; en Barcelona está
más presente quizá la idea de una librería como ciclo cultural. Pero nos encontramos con muchas más librerías
de toda España con esa efervescencia.
—¿Con
qué valores embadurna una librería a su ciudad?
—Yo creo que una librería es tan
importante en una ciudad como las bibliotecas, los museos o los cafés. Y
también creo que cuando una biblioteca o un cine tienen problemas y hay gente
que ayuda para que sobrevivan, las librerías también deberían ser protegidas
por las ciudades.
—¿Qué ventaja tiene una librería tradicional con respecto a la virtual?
—El contexto. La cultura se hace visible. Tú vas en busca de un libro y te topas con dos o tres que no esperabas. Y esto es superior a la librería digital, adonde uno sólo va en busca del texto. Cuando descubran en internet el algoritmo para conocer qué deseamos por nuestros clips, nuestras búsquedas, etc., podrán hacer una recopilación de nuestros deseos y toparnos con libros que no nos esperábamos; entonces la librería tradicional sí tendría un problema. No obstante, es importante también crear comunidad, comunicación, comunión, que es la clave humana para la supervivencia de las librerías.
—¿Qué ventaja tiene una librería tradicional con respecto a la virtual?
—El contexto. La cultura se hace visible. Tú vas en busca de un libro y te topas con dos o tres que no esperabas. Y esto es superior a la librería digital, adonde uno sólo va en busca del texto. Cuando descubran en internet el algoritmo para conocer qué deseamos por nuestros clips, nuestras búsquedas, etc., podrán hacer una recopilación de nuestros deseos y toparnos con libros que no nos esperábamos; entonces la librería tradicional sí tendría un problema. No obstante, es importante también crear comunidad, comunicación, comunión, que es la clave humana para la supervivencia de las librerías.
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